Cuando hemos probado el placer, siempre lo preferimos al sufrimiento, y siempre hacemos lo posible por consegirlo, aunque no nos dejen, aunque pensemos que nadie quiere compartirlo con nosotros.
Buscamos desesperadamente el bienestar cuando el dolor se vuelve inebitable, o nos regodeamos en el dolor para poder convertirlo en el placer. Lo cierto es que siempre estamos a tiempo de escoger, de disfrutar antes que sufrir, siempre estamos a tiempo de elegir ser felices antes que sufrir, porque la felicidad es el elixir que nos hace eternamente jóvenes.
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